Roberto Follari
"Lo posmoderno no es “lo contrario” de lo moderno, sino su rebasamiento
(Gianni Vattimo).
Es la modernidad misma que en su autocumplimiento
invierte sus modalidades y efectos culturales."
Señalamientos importantes con respecto a las características del fenómeno posmoderno y a sus diferencias con respecto a la modernidad.
1.Lo posmoderno no es “lo contrario” de lo moderno, sino su rebasamiento (Vattimo). Es la modernidad misma que en su autocumplimiento invierte sus modalidades y efectos culturales. El descrédito de la razón, la ciencia y la técnica no ha surgido de una “negación simple” de estas, sino de su concreción histórico-factual, es decir de su realización.
La idea anterior, trabajada ya por Heidegger en Sendas perdidas (3), implica que la modernización científico-técnica continúa, y que su deslegitimación proviene precisamente de su exacerbación y despliegue. Por tanto, es erróneo culpar al irracionalismo presente en la posmodernidad, de la caída del prestigio de la razón y el fundamento. Estos han caído como fruto del avance científico y técnico a cierto nivel de su presencia en la organización de la vida social.
La televisión, el Internet, los viajes intercontinentales en pocas horas, los videojuegos, son todos efectos tecnológicos de la modernización que carnavalizan la percepción y construyen los nuevos sentidos fragementados de la mentalidad posmoderna. Todo ello es fruto de la modernidad racionalista. La razón moderna hace totalizaciones universalistas que han llegado a un estado de negación por la vía de la reivindicación de lo singular y de la diferencia (signos posmodernos).
Pero la “lucha contra la racionalidad” no “empieza” con la posmodernidad (por eso decimos que no es lo contrario a la modernidad). En la modernidad se gestan las vanguardias artísticas que enfrentaron el autoritarismo de las nociones burocráticas del tiempo, el espacio y la representación. Hoy, como manifestación posmoderna, crean otro tipo de estética de la existencia, pero desde la banalización. Por ejemplo la deconstrucción que la publicidad televisiva realiza de aquellos intentos artísticos de rebeldía.
La posmodernidad implica una pérdida del impulso emancipatorio y esto se da precisamente por el fracaso de la razón para hacer del progreso, la libertad y la solidaridad otra cosa que buenas palabras, en nombre de las cuales a menudo se escondieron el totalitarismo y la barbarie. Hoy se hace difícil convencer de las bondades de esos valores, si no se es capaz de problematizar su vigencia en relación con las nuevas realidades socioculturales.
Los “racionalistas” suelen ignorar el lugar decisivo que le cabe a la razón universalista en su propio colapso. No advierten lo necesario del proceso histórico de autocumplimiento por el cual la razón organizó la cultura, y produjo su necesaria negación primera y rebasamiento posterior. Es el proyecto científico-técnico de dominio del mundo, aquel al cual la razón occidental se liga- el cual ha promovido como resultado (en su propia imposición) una cultura que resiste a sus principios iniciales. La cultura posmoderna no existe porque existan autores que estudien lo posmoderno, o que sean posmodernistas (ambas cosas, por cierto, no son necesariamente lo mismo): existe porque hay factores estructurales que llevaron al agotamiento de los efectos progresivos de la razón moderna.
2. No es que exista cultura posmoderna como fruto de la insistencia de filósofos y artistas posmodernistas. Pensar esto, sería poner a la teoría en un lugar de constitución de opinión pública y de estilos colectivos de existencia cosa que está a años luz de poseer (y no sólo en esta época de descrédito de lo intelectual). La teoría no es otra cosa que un fruto conceptualizado de tendencias culturales que se dan en la sociedad. La cultura posmoderna de lo visual, el universo cotidiano ‘light” no depende en absoluto de los autores posmodernistas, con ellos quienes lo utlizan para hacer sus elaboraciones al respecto.
Las condiciones de la época dependen de factores estructurales no elegidos por los actores sociales. Por ello, es de advertir que la cultura posmoderna ha llegado para quedarse, nos gusten o no los valores que ella permite. Y aquellos que queremos reinstalar el peso de ciertos valores generales deberemos instalarlos dentro del conflicto actual de las interpretaciones, y dentro de formatos que los hagan interesantes y convocantes para los actuales estilos “zapping” de percepción. Lo cual plantea muchas paradojas y perplejidades.
3. Lo posmoderno depende de condiciones materiales de existencia. El desarrollo científico y técnico, por un lado, y por otro el cumplimiento histórico (fracasado) de la realización del progreso científico como solución de los problemas sociales, y de la revolución social según el modelo ofrecido desde la revolución soviética a todas las luego realizadas en nombre del socialismo. Positivismo y marxismo, las dos grandes promesas históricas de la razón surgidas del optimismo del siglo XIX, terminaron cercanas al totalitarismo y la despersonalización.
4. Lo posmoderno no es cualquier tipo de desfundamentación, y menos aún de deconstrucción.
Es importante saber diferenciar entre autores. Algunos de los posmodernistas más reconocidos son Lipovertski, Lyotard, Vattimo, Rorty, y Baudrillard parcialmente, quien de cualquier modo enfatiza los signos visuales y no los lingüísticos. El posmodernismo produjo mayor cantidad de elaboraciones en los ochentas y aún noventas.
Los autores posmodernos y sus antecesores inmediatos han apelado a temas parecidos (la diferencia, la guerra al todo, el ataque a la razón universalista), y a las mismas fuentes (Heidegger, Nietzsche). Pero “momentos culturales” diferentes. En la escritura de los posmodernos, la caída de los “grandes relatos” ya sucedió. No hay más talante crítico-negativo, sino aceptación de la nueva oportunidad histórica (Vattimo).
5.La posmodernidad es un estilo cultural de época, el posmodernismo un movimiento artístico y teórico que asume como propios los valores de ese estilo cultural. El neoliberalismo, en cambio, una estrategia ideológica para imponer determinados planes económicos. El neoliberalismo no es incompatible con la posmodernidad pero es importante dejar claro que son fuertemente diferentes.
La posmodernidad no es lo mismo que el “neoliberalismo”. No ha sido fruto de acciones concientes que la produjeran, aun cuando espíritus paranoides crean encontrar allí frutos de enseñanzas erróneas y asaltos a la razón. En cambio, el neoliberalismo tiene agentes y mentores muy precisos, y es una ideología explícita en oposición con otras.
Lo posmoderno es el “suelo cultural” en que nos toca actuar. Oponerse simplemente a él sería por completo estéril. Pero habrá que estipular cómo actuar en él si es que queremos sostener valores que hemos heredado de la modernidad (justicia, libertad, etc.) .
Personalmente creo que hace ya tiempo que se ha producido un “fin de fiesta” en lo posmoderno y que del “todo vale” es fácil derivar al “todo da igual”, entendido ahora en el sentido más trágico. Hay vacío de normatividad en la sociedad posmodernizada. Pero de ningún modo creo que lo posmoderno implique simplemente un alivianamiento aproblemático de la experiencia. Se ha estudiado bien las nuevas formas de sufrimiento y de angustia que asolan a la cultura “light”.
6. Para finalizar y para aquellos enemigos acérrimos de la posmodernidad, sólo puede haber crítica de la Ilustración gracias a la consumación de la Ilustración, y una y la otra no se oponen simplemente. Por ello, se equivocan aquellos que niegan a quienes sostenemos la vigencia de lo posmoderno, el derecho a hablar en términos de emancipación: bajo nuevos casilleros culturales, la posmodernidad se revela como hija y continuadora inalienable del legado de la modernidad.